Baltazar Carrero, El Jíbaro de Rincon:
Maestro de la Décima jocosa
Baltazar Carrero ca. 1950, foto cortesía Baltazar Carrero (trasfondo) Oigan a Baltazar Carrero cantar su plena, A Las Seis en Punto El Jíbaro de Rincón canta un aguinaldo jìbaro titulado La Cueva Vacía |
Un Jíbaro Terminao Del campo hablar solo puede Del campo nadie me diga En cuanto arrepunta el alba Con mis coplas me consuelo |
Notas de una Entrevista de Baltazar Carrero, Sus padres se llamaban José Salomé Carrero y Juana Rodríguez. Su madre era costurera. Su padre era negociante y padecía de una hernia. Como no podia conllevar trabajos que requerían mucha fuerza, se dedicaba a negociar con animales, aves, gallinas, pollos y cabros – vendía y compraba. Su papá también compraba y vendía carbón del pueblo de Moca. Su padre siempre le decía: Es mejor pasar un día sin comer antes de tener algo que no le pertenecía. Cuando niño, jugaba con trompos, con gallos de maya y le encantaba subir árboles - “como un pichón.” Recuerda que había árboles como el guamá – que ya no existen. Como a los tres años de edad, la familia se muda a la orilla de Añasco y Mayaguez. La familia vivía en una sínsora - una montaña lejos del pueblo. Se mudaron a Mayaguez a los seis años de edad y vivieron en el barrio Miradero donde pudo asistir a la escuela por un corto tiempo. Para ese entonces, Baltazar recuerda que la música típica no se cantaba a menudo ni se escuchaba tanto por su lar. Sin embargo, se cantaban décimas en tiempos de parranda, cuando se cumplían promesas o durante la navidad. Se cantaba el “aguinaldo coro.” Baltazar aprendió a escribir décimas con su padre. Su papa tocaba cuatro y conocía la décima – “nació con eso.” Nadie le enseño a cantar el estilo del – recibió el estilo “del cielo.” En la escuela, creó un conjunto con sus amigos. Uno de ellos era “el americano” que tocaba guitarra – Hector Martínez. Al poco tiempo, empezaron a amenizar bailes y eventos escolares. Las maestras le pagaban por sus servicios. Baltazar cantaba guarachas, merengues y boleros, pero no música típica. Al salir de la escuela sin graduarse, trabajó en la fábrica de Galletas Sultana. Para el 1946, Baltazar sale a Nueva York por primera vez. Su hermano era contable en Nueva York. Vivió con su hermano y hermana, Pablo y Carmen Martorel. Baltazar consiguió trabajo y se quedó en Nueva York hasta el 1948, cuando regresó a Mayaguez, Puerto Rico. Para el 1948, empezó a cantar música típica. Tenía ya como 30 años. Baltazar era dueño de un cafetín – “El Jovito,” en la calle Cantera de Mayaguez. Un día, anunciaron por la radio que se solicitaba un cantor jíbaro que cantara 5 dias a la semana. Con su hermano, Baltazar se presento a la emisora de Mayaguez para probar su suerte. Como la emisora necesitaba un cantor por 5 días a la semana, Baltazar no pudo aceptar la posición y volvió a sus negocios. Para fines del 1948, Baltazar volvió a Nueva York. Empezó a amenizar clubes nocturnos y a cantar décimas. Es asi como conoce a Claudio Ferrer. Con Claudio, Nieves Quintero, Miguelito Carrillo y Ada Carrillo empiezó a grabar para el 1950. Su primera grabación y por cierto, décima - “Te Pego La Mano” – la grabó en el sello Cenit con Claudio Ferrer y su grupo. En el sello Cenit, Baltazar grabó un sinumero de discos de 78 revoluciones. Con éstas pruebas, se presentó al sello Rival, Riney y Seeco donde también grabó canciones exitosas como La Mujer Mécanica, La Casa de Yagua, y Vendo Unos Ojos Verdes. Luego, a base de la demanda por su música, Baltazar es contratado por el sello Ansonia donde grabo mas de 4 LP’s. Baltazar cobraba $1,200 por cada LP. En su apogeo, Baltazar se presentó en el Palladium, Teatro PR, Tropicana, entre otros lugares prestigiosos de Nueva York. Baltazar continuó grabando para la casa Ansonia durante la decada de 1950 y la mitad de los 1960. Luego se dedicó a su trabajo – era dueño de varios cafetines en Nueva York. Hoy día, Baltazar vive en San Juan, PR. |
Baltazar Carrero Rodríguez nació el día 23 de marzo del 1917, en el barrio Calvache de Rincón. De sus primeros años recuerda la dureza de aquellos antaños y la pobreza, tal cómo la describe en la siguiente décima que nunca grabó… Es Mejor Que Ni Le Cuente A mi que nadie me alabe Vendían un chavo de queso De ajo, cebolla y sal Yo le digo lo que habia |