El artesano se conoce por sus clientes...
Angel Luis (Wimbo) Rivera
Cien por Treinticinco
artículo en La Voz Hispana de Hartford 24-3-05
por Héctor M. Vallines Cabrera, MSW
Estas dimensiones se refieren a las millas a lo largo y a lo ancho de la isla de Puerto Rico. La Cordillera Central la mide desde el Monte de Piñales en Añasco, pasando por los «Ocho Chavos» de Aguada, hasta el cerro Santa Elena entre Yabucoa y Maunabo y bajando por la cuesta de La Pica hasta La Lucía. Subiendo por los llanos costeros del Norte y los del Sur, la sierra se encarama por los montes del centro formando una telaraña verdinegra entre los cucuruchos de los Tres Picachos, El Taita, Guilarte, Maravilla, El Pío, El Purrón, El Morales y el Monte de Sabana Grande entre otros adolescentes que dan señas de futuros Piculines.
El taller del artesano, en el barrio Cuchillas de Morovis, cuelga del Risco de las Animas. Abajo, en el vacío distante, repta el río de El Narigón por el tajo de la cuenca que pone los límites de altura y de impresionante profundidad. El cerco que levantan sobre él los gigantes de la cordillera brinda las lecciones más gráficas y más escénicas de la topografía y oronimia isleñas. Si se pudiera andar por las nubes se pasaba de un cucurucho a otro sin tropiezo. Más o menos en la milla número 50 de Este a Oeste y en la milla 17 1/2 de Norte a Sur se interceptan la latitud y longitud donde nuestro mago de la fibra, la sonoridad y la afinación montó las cuatro tablas y la solera de su modesto estudio de prestidigitación artesanal. Angel Luis (Wimbo) Rivera es hoy por hoy conocido en los cuatro puntos cardinales de la isla y visitantes de todas partes, a lo largo y a lo ancho de nuestro jardín tropical, repechan la cuesta de La Moca para ir a parar a su taller. Por eso lo llamó así: Cien por Treinticinco. Desde 1996 en que ganó el primer premio como Artesano del Año del Programa de Fomento Cultural del Instituto de Cultura Puertorriqueña, los instrumentos que Wimbo fabrica, literalmente, no caen al suelo. A este momento ya tiene trabajo encargado para todo el año y siguen llegando nuevos clientes inclusive desde acá de los Estados Unidos. En 1989 empezó a hacer cuatros. En 1996 ya hacía guitarras sólidas en una pieza. Al presente domina la técnica de doblar la madera en borde caliente de vapor para la construcción de la guitarra clásica. La técnica de la construcción del cuatro la aprende del abuelo Avelino. Para aprender más de afinación se acerca al maestro artesano Jaime Alicea. Después corren por su cuenta las percepciones, innovaciones, técnicas y descubrimientos que aprende a hacer sobre la marcha y que plasma en los cuatros, guitarras y triples que configura con su arte. La mecánica de ahuecar el tablón, hacer el diapasón y ponerle la tapa al cuatro ya las domina al punto de destreza máxima. Lo que le roba el sueño a Wimbo es el patrón de la distancia entre los trastes. Ahí está el asunto de poner la escala al instrumento para lograr arrancar de este la mayor afinación y sonoridad. Definiendo el tiro, Wimbo nos señala que es la distancia entre del hueso del diapasón y el hueso del puente. Entre ambos huesos están las 20 1/4 pulgadas que componen la escala regular. El dato más importante que Wimbo ha arrancado del estudio cotidiano en su taller es que yendo de atrás a adelante en sus viajes por la escala regular, como artesano y como músico, es que dicha escala tiene un octavo de más que no permite alcanzar la afinación perfecta. Parafraseando El Alquimista, de Pablo Cohelo, Wimbo me dijo: «Cuando persistes en algo parece que el mundo entero conspira a tu favor para que lo consigas». Y hay señales de que así va a ser. Ya le están haciendo la escala según sus especificaciones para lograr la afinación perfecta. Este sería el paso más agigantado entre un artesano moderno y el primer artesano que creó el cuatro puertorriqueño. El estudio experimental de las fibras, los granos, los poros, la edad y la dureza de las maderas lo han llevado a establecer su tabla preferencial en lo que a la materia prima respecta. Wimbo prefiere el Laurel a todas las maderas para hacer el cuatro. «Es el más sonoro», nos dice haciendo la mímica como sí lo estuviera tocando. Sin embargo, nos aclara que para los Estados Unidos este no es recomendable por que el frío lo tuerce y el cuatro pierde su forma. <<El cedro, y el mahó son barruntosos y se ponen mudos con el frío. Si se nubla, el cuatro no afina>>, nos aclara añadiendo, además, que estos tampoco sonarían al máximo en los Estados Unidos. Sobre la maga Wimbo admira la pinta de la madera y su dureza pero, «tiende a henderse con el frío», nos dice. «El guaraguao y el roble son buenas maderas al igual que la caoba pero ésta, no rebota bien el sonido. Suena «fofo», nos comenta. Entre los clientes de Wimbo están: Edwin Colón Zayas, Neftalí Ortiz, Arnaldo Martínez y Cheito Arroyo del Conjunto Ecos de Borinquen, Joe Torres (segundo cuatro de Mapeyé), Tony Rivera (1er. Cuatro de Mapeyé), Modesto Nieves, Christian Nieves, el maestro Orlando Laureano, Raymond Vázquez (segundo cuatro de Neftalí), Prodigio Claudio, Maribel Delgado, Ervin Santiago (de Haciendo Patria) y Junior Carrillo (de Caobaná) entre otros muchos. El trabajo discográfico de Wimbo con Iluminado Dávila y el Conjunto Cascada le merecen un sitial como intérprete del instrumento nacional. Como compositor también se destaca en este disco con su pasillo «Homenaje a don Nado». Como dúo de cuatros confieso que no he oído nada mejor. Si usted quiere compartir la experiencia de hablar con él, éste es su teléfono: (787) 862-5967. Su dirección electrónica es: wimbo@coquí.net. Póngale oreja a los cuatros de éste virtuoso, a los que construye y al que toca. |