En Español
In English
 

La enigmática bordonúa puertorriqueña

La voz grave de la orquesta jíbara antigua se descarta y desvanece de
la memoria en los comienzos el siglo 20.
____________________________________________________________

Evidencia reciente presentada por el Proyecto del Cuatro sugiere que la insólita guitarra grande jíbara
que sobrevive en museos y colecciones actuales con el nombre bordonúa--no es la original bordonúa del
siglo 19 -- pero más bien desciende de otro instrumento nativo de cuerda, olvidado durante más de 100
años, nombrada vihuela.  Esta página trata de la "real" bordonúa, la bordonúa de seis cuerdas
que desapareció en los comienzos 19, dejando pocos rastros. 


Esta página trata de la desaparecida bordonúa del siglo 19. Información sobre el instrumento
de la actualidad comúnmente llamado bordonúa se encuentra aquí.

Arriba vemos una replica moderna de una "real" Bordonúa, comisionado por el Proyecto del Cuatro. Consiste de una impresión por el lutier-investigador William Cumpiano basado la técnica artesanal del siglo anteasado, en las descripciones en los escritos costumbristas del siglo 19 y de la imágen parcial de una bordonúa en la famosa pintura de 1894 por Francisco Oller titulado El velorio.                              Instrumento y foto por William Cumpiano

________________________________________________________________

La bordonúa en la pintura, "El velorio" de
Francisco Oller (1893)

 La única ilustración verdadera de una bordonúa del siglo 19 yace parcialmente escondida en la famosa pintura de Francisco Oller titulada El Velorio. Vea aquí más vistas de la misma.


 

La pintura El velorio (1893) de Francisco Oller puede ser el último documento que se tiene de la bordonúa del siglo diecinueve, de ser correcto, como concluye el historiador Pedro Malavet Vega, que el instrumento a mano izquierda del cuatrista en la pintura es una bordonúa[ii]. El instrumento en cuestión muestra la parte superior de la caja, un brazo corto con seis trastes y la cejuela. En el clavijero se notan dos clavijas de madera en un lado con la camisa del cuatrista cubriendo la tercera. Al otro lado, notamos tres clavijas. Se puede deducir que como tal, esta bordonúa del 1893 portaba seis cuerdas sencillas, como la bordonúa que menciona Del Valle Atiles en sus escrituras de 1887. El brazo de este instrumento, no obstante, coincide con la descripción que nos hizo en 1992 el nonagenario Efraín Ronda (1899- 1994): “de brazo cortitito. Nada más que seis pulgadas.”[iii]

Los bordonuístas entrevistados por Batista en el 1984, Candelario (“Cando”) Vázquez (1899-1993) de Juncos y el octogenario Segundo (“Cundi”) Merced (1904-?) de Aguas Buenas, comentan sobre una bordonúa de cinco ordenes. Aunque esto podía ser posible, no hemos encontrado algún dato corroborante. 

Así que por fuentes escritas sabemos que en el siglo diecinueve la bordonúa era una guitarra de grandes dimensiones de seis cuerdas sencillas. En el siglo veinte, de la bordonúa del siglo diecinueve queda sólo el testimonio del etnomusicólogo Emanuel Dufrasne, quien relata que sus parientes del pueblo sureño de Ponce fabricaban bordonúas de seis cuerdas que se ajustaban a la descripción de guitarras de "grandes dimensiones", es decir guitarras más grandes que la guitarra común. 

Si, la bordonúa se hacia también de una sola pieza, pues así lo describen los parientes, los parientes míos. Los González de Ponce describen la bordonúa y fabricaban la bordonúua de una sola pieza de madera también. Tallaban la forma de la bordonúa--que era una guitarra bien grande, mas grande que lo usual, y se ahuecaba y se le ponía seis ordenes sencillas, o sea seis cuerdas sencillas, como la guitarra actual.[iv]

Los escasos datos disponibles no nos permiten precisar cómo se tocaba esta bordonúa. No obstante, algunos datos hay que nos permiten algunas deducciones. En un comentario sobre el “vals jíbaro” Fernando Callejo nos revela que la vieja bordonúa se usaba como instrumento que tocaba el acompañamiento:

El vals jibaro es de distinta factura al vals corriente. La frase melódica es corta, con my pocas variantes; y el acompañamiento armónico se basa, exclusivamente, en los acordes tónico subdominante y dominante, llamados acordes naturales. Con frecuencia se omitía la nota del bajo acompañante, en el primer tiempo de cada compás, sustituyéndolo por un golpe de mano en la caja armónica de la bordonúa.[v]

De esto podemos inferir que la bordonúa ordinariamente proveía “notas del bajo acompañante”, pero en esta instancia en vez de tocar la nota baja familiar del primer tiempo del vals, “frecuentemente” se producía con un golpe sobre su caja armónica.

[ii] Malavet Vega, Pedro. 1992. Historia de la canción popular en Puerto Rico (1493-1898). Ponce, Puerto Rico: P. Malavet Vega.

[iii] Ronda, Efraín. Entrevista grabada en 1992 con Juan Sotomayor en San Juan.
[iv] Entrevista con el profesor Emanuel Dufrasne en la Universidad de Puerto Rico, Rio Piedras PR, en 1999
[v] Fernando Callejo, op.cit., pág. 279

 

 

 
____________________________________________________

 Otras impresiones diagramáticas de la bordonúa antigua:

 ¿Será ésta una grabación de una bordonúa antigua?



 Arriba vemos una selección del registro de Richard Spottswood de antiguas grabaciones étnicas por las casas disqueras americanas. Aparece en la lista un disco grabado el 12 de enero de 1917 en San Juan con la etiqueta de la casa Victor, por el trio de Germán Hernández. Los instrumentos listados son una "bordona, g.(uitarra) y güiro"--aunque es evidente que en realidad se trata de un cuatro antiguo, un instrumento de voz baja (presumiblemente la bordonúa) y un güiro. En la lista aparece el danzón Nosotros la cual nos fue suplida por el coleccionista David Morales.

 

A fines del siglo dieciséis, Cervantes relata que en España se tocaba una guitarra de grandes dimensiones nombrado Bajo de la Uña. 150 años después vemos en España una guitarra de 7 pulgadas de hondo y 4 pies de largo descrito como "una guitarra de voz grave". Creemos que éstos pudieron ser los modelos originales que inspiraron la creación de los grandes instrumentos de cuerda en las colonias españolas del nuestro hemisferio. Muchos de éstos perduran hoy en día, instrumentos tales como los grandes guitarrones argentinos, chilenos y mexicanos.
    La primera cita que encontramos sobre la existencia de un instrumento nativo grande en Puerto Rico se encuentra en el libro, El Gíbaro, escrito por Manuel Alonso y publicada en 1849. Alonso describe la bordonúa como "una guitarra de grandes dimensiones, hecha toscamente, y a veces sin mas herramienta que un cuchillo o una daga..." y que tocaba la "voz grave" de la agrupación instrumental jíbara (orquesta jíbara). En el 1887, el cronista Francisco del Valle Atiles nota que tenía seis cuerdas gruesas.
    La forma, encordadura y afinación de la bordonúa han ido cambiando durante los últimos dos siglos, y la forma de hacerlo en la actualidad varia con quién esta rescatándolo, y qué uso musical se le está dando.
     Es imprescindible no confundir "instrumento de voz baja" con "un bajo". La bordonúa nunca era "un bajo". O sea, nunca alcanzo el tamaño necesario para producir notas en la tesitura baja de una orquesta, sino que en el siglo 19 aparece como una "guitarra mas grande que lo usual", con un rango bajo relativo al rango del cuatro y el del tiple: por ejemplo, tocando el bombardino en Danzas. Por eso lo llamaban "la guitarra del jíbaro" porque tenía forma de guitarra y se usaba para producir los tonos más bajos del conjunto en que tocaba.