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Resúmen historico del cuatro puertorriqueño y su música
por William Cumpiano, coordinador del Proyecto del Cuatro Puertorriqueño

Vea una línea cronológica del cuatro aquí

El cuatro es el "instrumento nacional" de Puerto Rico. Más pequeño que una guitarra y más grande que una mandolina, el distintivo y levemente nasal tañido del cuatro ha hechizado al puertorriqueño desde los primeras décadas de la antigua colonia español de Puerto Rico.

En su forma original, era considerablemente distinto a como es hoy día. El cuatro antiguo desarrollo en Puerto Rico una silueta de boca de llave y se encordaba con cuatro cuerdas sencillas hechas de tripa animal, lo que ocasionó su nombre. Su afinación y encordadura--originalmente derivado de una primitiva modalidad de afinación originando en la antigua España del siglo 15--perduró sobre el instrumento sin cambio por siglos. En esta forma lo prefería su creador, el jíbaro de las regiones remotas de la cordillera central de la Isla. Esta forma antigua del cuatro duró hasta los mediados del siglo 20--y luego desvanece para siempre en la Isla.

A fines del siglo 19, sin embargo, nace en las regiones urbanas costaneras de la Isla una nueva forma de encordar y afinar el antiguo instrumento. Aparenta ser parte de un esfuerzo de modernizar el antiguo y limitado instrumento, y subirlo a las alturas de su tiempo. Incitando el cambio fue un furor que cubría toda la América de esa época: la afiebrada popularidad de orquestas de cuerdas populares llamadas estudiantinas, primero llegando desde Italia y luego de España, en gira por los Estados Unidos y Latinoamérica. Sus integrantes cantaban y tocaban en vestuarios multicolores. Sus instrumentos era sonoros y estridentes instrumentos de cuerda de metal, ejecutados con púas o plectros. Los grupos italianos tocaban sus mandolinas de todos tamaños (afinados en quintas) y los españoles tocaban sus brillantes bandurrias y nuevos laúdes (todos afinados en cuartas): todos tintinabulaban sus cuerdas metálicas pareadas. Estas impresivas orquestas populares barrían a través de toda la Latinoamérica como una gran vanguardia de modernidad. Como resultado muchos países americanos reconsideraron la vieja y limitada encordadura de tripa de sus propios instrumentos nativos--instrumentos de voz delicada y callada que habían permanecido inalterado durante el trascurso de los siglos.

Así pues, los puertorriqueños, predominantemente aquellos de la costa norte de la Isla, "modernizaron" su limitado cuatro antiguo, encordándolos ahora con 10 brillantes cuerdas de alambre, afinadas en cuartas como los nuevo laúdes españoles que habían visto en manos de las estudiantinas españoles en gira por la Isla. Efectivamente, habían creado un nuevo instrumento en la Isla, manteniendo fija sobre ella--quizas por persistir en su foma antigua física y su similar función musical--el viejo y familiar nombre cuatro. Inmediatamente arriba vemos una foto de una orquesta jíbara con el afamado Eusebio González tocando un transicional cuatro antiguo modernizado con la nueva encordadura extranjera, la foto fechada 1898.

Posteriormente, durante los comienzos del siglo 20, artesanos puertorriqueños en la región de Arecibo, truecan su forma de boca de llave con una nueva forma de violín, símbolo de sofisticación y de alto abolengo. En esta nueva configuración el instrumento se oye a través de toda la Isla durante los primeros años de la radio en Puerto Rico: todos los puertorriqueños de un lado a otro de la Isla, ahora podían oír las majestuosas composiciones del gran cuatrista Ladislao Martínez. En sus manos, el brillante cuatro moderno de diez cuerdas pareadas de metal y forma de violín. La restoración por el Maestro Ladí de la música clásica puertorriqueña del siglo 19, tocado en dúo con el cuatrista Sarriel Archilla, ocasiona una nueva era de popularidad del instrumento. El resultado es el eclipse del viejo cuatro antiguo, aunque todavía extante en las regiones más remotas de la Isla, y su completa desaparición ya para los mediados del siglo 20. Fué asi que el nuevo instrumento aviolinado de 10 cuerdas metálicas, reteniendo el antiguo nombre cuatro, perdura hasta el día de hoy como el "instrumento nacional de Puerto Rico".

 


Cuatro puertorriqueño moderno de 10 cuerdas hecho por el co-fundador del Proyecto del Cuatro William Cumpiano en su taller de Northampton MA

En Puerto Rico también existieron otros instrumentos de cuerda tradicionales con sus funciones musicales particulares, pero estos cayeron en desuso durante el siglo pasado. Estos instrumentos—varios tipos de tiples y bordonúas—están actualmente disfrutando de un renacimiento, gracias a varios grupos como el nuestro que se han interesados por rescatarlos.


El cuatro no se toca solo, sino que mayormente su rol es de tocar la melodía en un conjunto de instrumentos nativos. Tradicionalmente se acompaña con una guitarra tocando los acordes y los bajos. En conjuntos modernos, usualmente se reúne también con otro cuatro ("cuatros a dúo", un estilo creado por el gran cuatrista Ladislao Martínez) y una guitarra, y siempre con un güiro o guícharo, instrumento de percusión hecho de una calabaza que se raspa para mantener el ritmo. Hoy en día es también común que se incluyan bongos, los pequeños tambores de origen cubano, en la sección de percusión.



En tiempos pasados, el cuatro y los otros instrumentos nativos se oían en los campos acompañando al puertorriqueño en ritos religiosos como promesas a la Virgen, florones (ritos relacionados con la muerte de un niño), rosarios cantados, y fiestas patronales—tanto como eventos seculares como bailes y celebraciones privadas, fiestas del fin de la cosecha (acabes) y eventos políticos. En el siglo diecinueve el cuatro también se podía encontrar en las ciudades formando parte de orquestas de salón, tocando música clásica y música de baile europea en salones y teatros. Los jíbaros que llegaban a los pueblos y ciudades para vender sus cosechas, oían esa música formal, le gustó y se lo llevaron de regreso a sus campos. Así se crearon "orquestas jíbaras" en el campo integradas por un cuatro tocando la melodía, el diminutivo tiple tocando los acordes de acompañamiento y la bordonúa tocando las notas graves o bajas. El Proyecto del Cuatro ha descubierto evidencia de éstas agrupaciones, olvidadas hoy día, y las ha recreado durante festivales culturales.

EL CUATRO Y EL CANTO TRADICIONAL
Tradicionalmente, el principal papel musical de la agrupación campesina de instrumentos que incluye el cuatro es la de acompañar un trovador. El trovador se expresa en canciones poéticas cuyos versos siguen la tradición de la décima o de la decimilla.

La forma poética nombrada "décima" ha sido desde tiempos antiguos un medio popular de expresión del puertorriqueño, sea de la gente del campo y de limitada educación formal o de gente de la ciudad y de alta sociedad. Pero la décima no es nativa de Puerto Rico. La forma de la décima que se canta en Puerto Rico, la décima espinela, nace en el siglo 16 en España y se esparce y se adapta por todas las antiguas colonias de la América Hispana. Una versión más sencilla de la décima es la decimilla.

El ritmo y la música que se toca para acompañar la lírica decimal es siempre una forma musical antigua llamada "seis". Pero cuando el trovador canta una decimilla, la música apropiada es acompaña es un aguinaldo. Hay numerosas variantes de seises y aguinaldos. El aguinaldo popularmente— pero no exclusivamente— se oye durante la temporada navideña.

Una de las formas más populares de la décima entre los puertorriqueños es la décima improvisada, o sea cuando el cantante tradicional, o trovador, improvisa la lírica decimal al momento de cantarla. Hacer esto toma una agudeza mental suprema, porque a la misma vez que se improvisa, el improvisador tiene que seguir un patrón de reglas estrictas y restringentes de rima y de conteo de sílabas. Para hacer la cosa más difícil, cada verso cantado de la poesía tiene que culminar en una última estrofa nombrada "pie forzado" que se le presenta al trovador momentos antes que empiece su canto. Durante la ejecución pública del canto decimal improvisado, los músicos que acompañan tocan un seis lento para darle tiempo al improvisador a componer y ejecutar su poética.